jueves, 12 de junio de 2008

Carta a Rubick

Esta noche me doy cuenta que mi problema no sólo consiste en sacar tu rostro de mi cabeza, sino en sacar también tu cabello revuelto y desaliñado, el remolino de tu barba con el que mi dedo jugueteaba por horas, esa barriga que me servía tanto de almohada como de abrazadera, tus ojos enormes que parecían taladrar mi cráneo con cierta dulzura cada vez que me miraban, los brazos que me tomaban por la cintura sin pedir permiso y tus manos, las manos que sujetaban las mías y acariciaban mis labios con ansia de tenerlos en los suyos.

Ahora sé que tengo que olvidar también las fotografías, tu obsesión por mis ojos, el camino que tomábamos juntos, los nombres de tus amigos, los cafés que nos bebimos, tus canciones favoritas y la películas que vimos.

Debo recordar que no importa el color de tu sillón o tu programa favorito, tus trucos de cartas y tu afición por el queso Oaxaca. No quiero saber cuántas veces viniste a mi casa ni cuan largas eran las llamadas; tampoco el color de tus bermudas, aquel ramillete de uvas ni la longitud de tu estatura.

Es mejor deshacerme de ese primero de enero en que salimos a pasear, nuestra afición por el choripan y tu forma de cantar. No debo saber que por ti comencé a cantar con Feist, a mirar cada fotografía en mi camino y a flexibilizar mis principios.

No debo evocar el sillón de mi sala, tus besos, los abrazos, que tú hayas empezado…; pero sobretodo, sobretodo, me olvidaré de que algún día me quisiste para después usarme.
Lo único que siempre recordaré es a ese cubo, un cubo tan brillante y singular como tú.

miércoles, 4 de junio de 2008

If there's a beautiful sunset, surely there will be an amazing daybreak
(Nabs picture)