martes, 29 de diciembre de 2009

Feliz Año Nuevo

Estamos terminando el año y nos llenamos de felicitaciones y reflexiones. Nos felicitamos no porque hayamos sido buenos, malos, productivos o flojos, eso al final no importa, lo hacemos porque llegamos al final, aunque podamos estar cansados, hartos o hasta incompletos, pero vivos y viables como dirían los abogados, jaja. La aproximación del primero de enero se nos antoja un nuevo comienzo, sin importar lo que haya sucedido los 365 días anteriores, nos llenamos de nuevos bríos y anhelos. Es entonces cuando reflexionamos, porque para hacer algo nuevo nos vemos en la necesidad de repasar lo ya elaborado por aquello de que nadie quiere cometer los mismos errores. Nos embarga la melancolía y la nostalgia por lo que pasó, en ocasiones recordaremos con tristeza, en otras con alegría, pero es un hecho que habremos aprendido algo siempre y nunca va a tener caso sólo enfocarnos en cosas negativas pues impide avanzar.

Habiéndonos hecho un harakiri emocional empezamos con los propósitos, sí, esas cosas que cada fin de año planeamos hacer durante el año entrante, pero que probablemente al final ni siquiera recordamos, algunos probablemente no hagan una lista de ellos, pero mentirá aquel que asegure no proponerse nada. Podríamos este año incluir entre nuestros planes el cumplir con ellos, tal vez sea una idea aventurada, pero creo que no suena mal, además, si en 2009 sobrevivimos a una economía decadente, la influenza, al narcotráfico y a la política caótica con la que contamos, bien podríamos esforzarnos un poco más para trabajar por nosotros mismos, sería genial hacerlo por la colectividad, pero bueno, de uno en uno se pueden lograr grandes cosas.

En lo personal, este año fue en verdad productivo y puedo decir orgullosa que cumplí varios de mis propósitos, por supuesto mi desidia y flojera ocasional impidió que hiciera todo lo planeado, pero una mezcla de suerte y preparación me hizo llegar proyectos no contemplados pero muy bien recibidos que no han sido fáciles, pero han mantenido mi hiperactividad enfocada y trabajando.

El 2009 no sólo se tradujo en proyectos, también me enamoré perdidamente, encontré nuevos y muy buenos amigos, recobré algunos de hace años, conocí personas maravillosas, reencontré mi vocación, volví a la dieta, bajé dos kilos (yuhuu), escogí nuevos hobbies y abandoné otros, fui karateka, me conseguí de amor platónico a un profe, también traté de ser mejor hija y nieta; mi primera relación formal me presentó una familia maravillosa, me topé con viejos idilios, pensé no querer nunca más nuevos amores, tuve mis primeras conversaciones sobre bodas e hijos; me enfrenté al fracaso y a la decepción, creo que lloré más que otros años, pero reí mil veces más, fui neurótica pero también di todo el apoyo y el amor que tuve. No ocurrió en ese orden, pero fue un caos muy feliz.

Agradezco enormemente a todos los que estuvieron conmigo, soportaron mis neurosis, compartieron mis alegrías y me acompañaron en momentos difíciles, y aquellos que por alguna razón les perdí rastro este año les pido una disculpa y les agradezco igual, porque de alguna u otra forma me ayudaron a llegar hasta acá.

Les envío todo cariño y los mejores deseos para ustedes y los suyos, espero que el 2010 esté lleno de amor y felicidad, que lo demás llega sólo.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Desde el avión

Pocas cosas me tranquilizan, y una de ellas es ver el horizonte mientras anochece desde un avión. Sí, se que es algo muy específico y hasta snob por aquello de que es necesario ir volando a miles de pies de altura para vivirlo, pero me calma. No es igual a verlo desde tierra porque la altura provee al paisaje de una inmensidad que permite eliminar la impresión visual de estar observando un borde a lo lejos para substituirla con la firme impresión de que si fuera posible ir hacia la línea que se ve a lo lejos, nunca terminarías de caminar.

martes, 8 de diciembre de 2009

...

De pronto comprendí el hilo negro de mi asunto. Estaba cavilando acerca de mi ruptura reciente y me pregunté ¿y ahora como le hace uno para desenamorarse?, en clara alusión a que mi maldición ésta vez es que mi relación desapareciera justo cuando yo estaba en uno de esos picos álgidos de enamoramiento. Entonces me di cuenta que no recuerdo cómo le hice para evadir el enamoramiento anteriormente, lo único que puedo recordar es una Nabila enamorada seguida de una que no lo está.

Sí recuerdo que medio lloré un par de ocasiones y que otra me duró el trauma como un año, pero no puedo recordar qué sucedió o qué fue lo que hice para no estar prendada de mis respectivos idilios. Así que me propuse repasar mis infatuaciones anteriores para entender cómo he funcionado hasta mis juveniles 22 años y empecé a descartar los lugares comunes que todos hemos visto a alguien visitar para superar amores fallidos.

Primero revisé el alcohol o drogas, ese que si no te cura mínimo hace olvidar y lo descarté de inmediato, no había recurrido a los vicios para menesteres del amor. Después revisé la escena típica de chick flick hollywoodense: la chica vestida con la ropa más cómoda de su closet tirada en la cama o en un sillón viendo películas románticas y comiendo helado en cantidades industriales, tampoco me ubiqué en el supuesto. Se me ocurrió aquello del retiro espiritual, transformado en aislamiento o un viaje fuera del espacio de comodidad al que todos estamos acostumbrados, de nuevo mi caso no concuerda.

Analizando lo anterior terminé de caer en cuenta de lo que sucede en mi caso: me abandono a la escritura y dejo pasar el tiempo intentando mantenerme ocupada el mayor tiempo posible para no trastornarme y tener que recurrir a alguno de los métodos del párrafo anterior. No sé si sea la mejor forma de procesar una ruptura, sin embargo hasta ahora parece haber funcionado bien, espero que ésta vez sea igual o más eficiente que las anteriores.