martes, 3 de noviembre de 2009

Chocolate covered apples and a lead crocodile

Mayra Alejandra me recordó éste cuentito que alguna vez escribí, así que lo actualizo en éste blog.

Se habían cansado de esperar la llegada del tren que la llevaría a casa, eran las ocho de la noche y no parecía haber señales afirmativas de que saldrían pronto del andén, así que decidieron ir a tomar un café en algún lugarcillo de los alrededores para esperar que el servicio de transporte se normalizara.

Se conocieron meses antes, en una esquina escondida del centro de la ciudad. Ella paseaba como de costumbre por las calles empedradas y él, para variar, no encontraba la calle indicada mientras su corazón parecía dejar de latir. Chocaron abruptamente, el pidió disculpas con un rostro acongojado y ella le ofreció ayuda con una amplia sonrisa.

A partir de ese momento sus encuentros fueron premeditados: en la cafetería favorita de ella, en la escuela de él. Conocieron sus respectivos círculos de amistades y en el proceso se conocieron ellos también. Todas las mañas y virtudes salieron a relucir. Ella aprendió a fumar y a defenderse, él a sentir y a ser desordenado. No eran almas gemelas, eso nunca tuvo mucho caso. Era aburrido no aprender nada del otro. Tampoco tomaban sus manos y rara vez tuvieron muestras claras de afecto, sólo se querían y nada más. Aquél día habían llegado más tarde que de costumbre al andén, querían tener más tiempo juntos pensando que esa noche no tendrían más.

Esa noche en el café, platicaron como siempre y de lo mismo, de la vida y de su soledad. Los dos se empujaban a vivir, pero ambos, necios, permanecían en la inmovilidad. Por eso, unos días antes ella le había comprado a él un pequeño cocodrilo de plomo, le recordaba su armadura inexpugnable. Él había comprado para ella una manzana cubierta con chocolate, le recordaba su sonrisa. Entregaron sus respectivos obsequios y decidieron que era hora de irse, pues de no alcanzar el tren, ella tal vez no podría irse y no volvería a despertar.


1 comentario:

Benubach dijo...

En ésta noche de insomnio, café, gelatina de cerveza y dulces despedidas, me regalas una sensación grata de melancolía y una esperanza para el siguiente despertar; el de mañana o el del año entrante, o el del siguiente ciclo. No sé cuál, ni cuando, pero ya llegará. Gracias Nabi :-)

Por cierto, qué bonita forma de crear ese cuento. Me gustaría leerte más seguido en más de 140 caracteres.