martes, 23 de junio de 2009

Sentirse grande

Leía una de mis columnas favoritas en mi revista de confianza cuando llamó mi atención la frase: “yo a los catorce deseaba sentirme grande, verme interesante, hacer cosas de adultos.” Mónica Braun se refería al momento en que empezó a fumar y las razones que la llevaron a ello, pero yo no pude más que pensar que yo no me había sentido grande a los catorce, probablemente no me había sentido grande nunca.

Cuáles son las cosas que nos hacen sentir grandes o adultos: fumar, beber, en el caso de los pequeños salir solos lejos de casa quizá, la primera vez que gastas dinero ganado por ti, aunque lo obtuvieras por alguna tarea fácil en casa. Hay muchas cosas, seguramente diferentes en cada persona.

Yo tal vez me sentí grande cuando me permitieron regresar a casa sola de la secundaria, caso truqueado, porque mi escuela estaba a escasas tres cuadras de mi hogar; también la primera ocasión en que salí al cine con mis amigas de la escuela violando el límite de las tres cuadras a unas cuantas más. De ahí en fuera no hice mucho más, nunca me fui de pinta, mi primer cigarro fumado como se debe fue a los diecinueve, la primera borrachera igual, deje de llegar a las doce reglamentarias por las noches ya entrada en la universidad; me enamoré un par de veces pero mi primer novio fue a los veintiún años.

Considerando lo anterior creo que no fui de aquellos que buscan sentirse grandes, por eso me gané el titulo de la inmadura en secundaria gracias a que no sentía el irrefrenable deseo de beber o fumar a espaldas de mi mamá y actualmente me tachan a ratos de quinceañera puberta por los excesos que me permito en ocasiones. Sin embargo, no me perdí de nada, al contrario, creo que todo ha sucedido al tiempo que me tenía que pasar y puedo asegurar que esto fue mi elección.

Responsabilizo a la educación independiente que me dio mi madre y agradezco al cosmos que todo haya ocurrido como hasta ahora, tal vez de no haberlo hecho hubiera vivido un embarazo adolescente como sucedió con mis compañeros con los que había convivido desde la infancia, o hubiera caído en alcoholismo severo, quien sabe, en el peor de los casos no tendría a mi lado a los grandes amigos que tengo ahora y eso hubiera sido terrible, así que ignoraré todo comentario al respecto de mi comportamiento de adolescente tardío o de amargada prematura y seguiré viviendo como hasta ahora porque creo que mi situación no es haberme sentido adulto en algún momento específico, sino sentirme grande a cada momento.

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